El caso es que no me gusta jugar con rusos al ajedrez -y a casi nada- porque, en general, son super técnicos y les encantan las Kalashnikov. En la antigua Unión Soviética, a los muy cabrones les enseñaban a jugar en la escuela, de pequeños. En cambio, en España, tenemos Educación para la ciudadanía e historias de esas y claro, así nos luce el pelo: seguimos siendo unos vándalos y además no tenemos ni puta idea de jugar al ajedrez. No obstante, esta vez al ruski le tocó morder el polvo. Dos partidas relativamente fáciles y el ruso pa´ Siberia. Y yo, como un Sputnik, a segunda ronda. Veremos qué pasa, aunque no prometo nada. Ya lo decía Lord Byron: La vida es demasiado corta para dedicarse al ajedrez.
miércoles, 10 de junio de 2009
Jaque al ruso
Ayer dio comienzo un pequeño torneo de ajedrez al que me he apuntado. La cita era en uno de mis bares favoritos, un tugurio oscuro, con mucho humo y con muy buena música. La primera ronda se jugaba al mejor de tres partidas y a mí me había tocado jugar contra un ruso. Y además de ruso, sordomudo y abstemio, nada menos. Si Danny Boyle hubiera estado allí, seguro que habría escrito un guión para su próxima película.
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