
Siempre me pareció curioso pero imaginé que hoy en día la gente ya no huía de los gatos negros y todas esas cosas. Sin embargo, el otro día, tras registrarme en una gigante mole de más de 20 pisos, subí a mi habitación y comprobé sorprendido como los ascensores saltaban de la planta 12 a la 14 sin pestañear. Es más, ni siquiera existía un botón con el número 13. Simplemente, había desaparecido. Decidí investigar por las escaleras, pregunté a varias personas e incluso hablé con el director del hotel. Pero nadie parecía saber nada. Nunca habían oído hablar del piso 13. Todo un misterio. Decepcionado, subí a mi habitación, que estaba un poco más arriba, y desde mi terraza fotografié el mar, pensando en las bonitas vistas que se habían perdido para siempre unas plantas más abajo.
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