Siempre me pareció curioso pero imaginé que hoy en día la gente ya no huía de los gatos negros y todas esas cosas. Sin embargo, el otro día, tras registrarme en una gigante mole de más de 20 pisos, subí a mi habitación y comprobé sorprendido como los ascensores saltaban de la planta 12 a la 14 sin pestañear. Es más, ni siquiera existía un botón con el número 13. Simplemente, había desaparecido. Decidí investigar por las escaleras, pregunté a varias personas e incluso hablé con el director del hotel. Pero nadie parecía saber nada. Nunca habían oído hablar del piso 13. Todo un misterio. Decepcionado, subí a mi habitación, que estaba un poco más arriba, y desde mi terraza fotografié el mar, pensando en las bonitas vistas que se habían perdido para siempre unas plantas más abajo.
lunes, 23 de marzo de 2009
La sorprendente desaparición del piso trece
Hace mucho tiempo, conocí a un tipo que se llamaba Johnny Goodbye. Era un tío divertido, que siempre llevaba un sombrero azul y que, durante los años 20 vivió en Chicago. Allí conoció a varios indios americanos que trabajaban construyendo los primeros rascacielos, casi todos hoteles. Ellos le contaron como, debido a la superstición de la época, las torres nunca contaban con un piso 13, aunque evidentemente tenían mucha más altura. Simplemente lo obviaban, se lo saltaban. ¡Plof! Como por arte de magia, una planta entera desaparecía.
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