Esta tarde he vuelvo a sentir lo mismo. Reunidos de nuevo en el Vicente Calderón, se enfrentaban los mismos protagonistas, incluidos Abel y Guardiola; el primero no llegó a jugar, pero estuvo en el banquillo, como hoy. El segundo saltó al césped y aunque cuajó un buen partido, también como le ha sucedido hoy, se marchó a casa desolado, porque nuevamente el Atlético le daba la vuelta al encuentro y se llevaban la victoria con idéntico resultado: 4-3. Todo un espectáculo.
domingo, 1 de marzo de 2009
Las pequeñas alegrías
Han pasado ya más de quince años, pero lo recuerdo perfectamente. Era un domingo por la tarde y yo veía en la tele un partido del Atlético de Madrid frente al Barça. Recuerdo la mala leche con la que digerí el hack trick de un genial Romario. Al descanso, perdíamos por 0-3. Un desastre total. O eso parecía. Porque la verdad es que con el Atleti todo es posible. Aquel día, a golpe de fe, los rojiblancos marcaron cuatro goles y remontaron el partido. Fue sensacional, fue una de esas pequeñas alegrías de la vida, como los primeros tragos de una cerveza helada en una cálida noche de verano.
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