Ocurre como cuando alguien se hace una segunda casa por si algún día decide irse a vivir a ella. Al final, la alquila. Y son los inquilinos los que aguantan las goteras. Eso hizo Dios con el mundo. Y así estamos nosotros, pagando la renta y viviendo de chapuzas. Aunque, a veces, se está calentito.
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Ocurre como cuando alguien se hace una segunda casa por si algún día decide irse a vivir a ella. Al final, la alquila. Y son los inquilinos los que aguantan las goteras. Eso hizo Dios con el mundo. Y así estamos nosotros, pagando la renta y viviendo de chapuzas. Aunque, a veces, se está calentito.
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