EPÍLOGO: La soledad, en esta madrugada
La soledad, en esta madrugada,
busca una mano que la tenga un poco
para usar el antojo de ya querer marcharse,
para después mirarse desplegando las alas,
como si le nacieran
al canto de una extraña primavera.
La soledad, en esta madrugada,
se hace cortar con estrellas los dientes.
Y así se va, contenta y asustada,
a una ciudad de nueva gente.
La soledad, en esta madrugada,
no sabe más del sueño que un durmiente.
Y mientras va quitándose el vestido,
siente soplar aire de muerte.
La soledad, en esta madrugada,
es una pajarita de la noche
que se posa en la luna y desova sin odio,
tal como es, desnuda. Pero sufre de insomnio,
no se siente segura,
porque desde esta noche ya no es pura.
Silvio Rodríguez.
miércoles, 24 de octubre de 2012
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