miércoles, 14 de abril de 2010

Un absoluto elogio a la pereza

Hasta los gatos juegan. Una vecina parece ver la tele. El humo, como siempre, marca su presencia. Algo de música, poco más. Los gatos corren por la casa, grande y solitaria. La luz se apaga pero no se hace la oscuridad. Ni el silencio. Vienen recuerdos. Y suspiros. Llegan fantasías. Y más suspiros. Y más humo. Aparecen las dudas. Y se hace el silencio. 

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