sábado, 11 de septiembre de 2010

Cosas de las que hablan los tubabs en una isla desierta

De mosquitos, mosquiteras, malaria y vacunas. De todos los países -¡cuántos!- han conocido y de las anécdotas tan interesantes que les sucedieron allí. Hablan de botiquines y mochilas. De lo barato y caro que es todo. Del avión de ida, del avión de vuelta. De la Black&Decker (?). Hablan de la gente tan maravillosa que han conocido aquí y allá. De lo duro y jodido que resulta viajar sola siendo mujer. De Mariano Rajoy. De los mosquitos (otra vez). Y de moscas, arañas, cucarachas, ratas, termitas, pulgas y demás bichos (si el viaje está siendo muy "salvaje", se pueden añadir a la lista hipopótamos, monos, tigres, leones, perros o gatos, todo vale). Hablan -siempre- en primera persona: yo, yo, yo. Hablan de aeropuertos, de tomates, de lo sucio que está todo y de las cosas más ridículas que uno pueda imaginar. Obviamente se habla poco sobre África, sobre los negros, las negras, la música, la naturaleza. Ni rastro de la cultura local. Ni para bien, ni para mal. Ni un ápice de interés por dónde se está. Ni siquiera se plantean por qué están allí. Se habla mucho -demasiado- de la vuelta. Se intercambian direcciones, facebooks, emails, teléfonos y demás. También se intercambian algún polvo ocasional y muchas promesas -ridículas- de verse de nuevo, de hacer un arroz "a la africana" en Toledo, en Cádiz o en Barcelona.


Son tres o cuatro los tubabs que hablan. Yo les observo en silencio, en la oscuridad, desde lejos. Ellos no me ven. Una es muy pequeña, muy poquita cosa pero grita mucho. Lleva botas, pantalones y camisa a juego de Quechua. Sólo le falta el salacot. Saca un abanico y se queja del calor. Llega un sonido de djembe de la playa. Alguien sugiere ir. Demasiado lejos, opina uno. Demasiado arriesgado, dice otra. Vayamos a la cama, estamos cansados, mañana hay que madrugar. Miro por todas partes pero no veo ni rastro de África. Aquí sólo hay negros y mosquitos, dicen. Son todos unos salvajes, coño. ¿Qué carajo hacemos aquí? Volvamos a casa.

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