¡Qué escándalo! Resulta que la gente se sorprende de que Ronaldo haya contratado a tres prostitutas para acabar una noche a lo grande. Al margen de que fuesen travestis (¿quién se cree que hubo algún equívoco?) y le intentasen chantajear, el plan no era del todo malo: un motel de carretera, tres brasileiras y quizá algo de merca recién comprada en Ciudad de Dios.
Claro que Max tampoco se lo monta nada mal. En su caso, le acompañaban no tres, sino nada más y nada menos que cinco amiguitas. ¡Cinco! Y en vez de travestis, él optó por organizar un pequeño baile de disfraces nazi, azotes y té incluido. Muy british.
El problema es que ahora todo acaba en You Tube. Se ha terminado la época de la intimidad, donde todo valía. Antes, como mucho, te podía pillar la poli con una negra haciéndote un trabajito rápido en tu deportivo -como a Hugh Grant- o si te iban los tíos, en algún baño público pasando un buen rato -como a George Michael-. Pero ahora... a la mínima que te descuides, ya sea en Montera, en Sunset Boulevard o en tu propia casa, acabas subido en la Red en mitad de un polvo. Con el consiguiente rebote de la parienta, claro está.
La cuestión es que, si te pillan con una mujer de verdad, todavía tienes una excusa, pero claro, como te pillen con travestis medio feos o putas de tres dólares en un burdel de Bangkok, la has cagado. Y la has cagado porque demuestras que te aburres. Y eso no te lo perdona ni Hillary Clinton.
Ahora bien, mi pregunta es: ¿quien no organizaría un pequeño sarao con media docena de amigas si pudiera? ¿Es nuestra moral o es nuestra cuenta bancaria quien nos lo impide?
Las grandes bacanales y las pequeñas orgías siempre han existido -y seguirán existiendo, claro- y los únicos que se siguen escandalizando son aquellos que nunca han estado allí. Y a este paso, nunca estarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario