Según cuenta Público, a un tipo de las afueras de Madrid le han multado por disparar con una escopeta contra los gatos de su vecino. Balance: un par de lindos gatitos heridos, una denuncia y 444 euros de multa.
El francotirador intentó defenderse negando los hechos y asegurando que él sólo dio palmas y sacudió alfombras para asustar a los gatos. Menudo caradura.
Y no es que los gatos me gusten especialmente, pero la verdad es que, a pesar de que se dediquen a maullar toda la noche -y a dar la tabarra en general-, liarse a tiros con ellos me parece un poco excesivo.
Ahora bien, si se multa al que dispara a un par de gatos, quienes por cierto, siguen vivitos y coleando (por algo tienen siete vidas), ¿por qué hay una total impunidad contra los que maltratan y torturan públicamente a los toros?
A veces me avergüenzo de este país, de sus leyes absurdas y de la madre que los parió a todos.
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