¿Qué decir de Keith que no se haya dicho ya? Es bueno, muy bueno, aunque tal vez su leyenda le haya hecho más grande de lo en realidad es.Esta mañana leí en El País una curiosa historia de Kerouac y Burroughs y recordé que éste último liquidó a su mujer mientras jugaban a Guillermo Tell. Él le colocó una manzana sobre la cabeza de ella, se alejó unos cuantos metros y, a falta de ballesta, le disparó con una pistola. Y como no, hizo blanco: entre ojo y ojo.
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