El tipo se tiró más de dos años recorriendo Mali, Senegal y Mauritaria buscando un billete para llegar a las Islas Canarias en cayuco. Las mafias locales le engañaron varias veces. Finalmente lo consiguió y embarcó desde una playa de Mauritania, junto a 39 inmigrantes -incluida una niña de menos de un año-, destino a la isla canaria de El Hierro. Y no sólo embarcó, sino que lo grabó todo. Un vídeo increíble; un desastre total.
Vivió tres intensos días y tres frías noches de dura navegación hasta que, en mitad del océano, el cayuco rompió su último motor y todos quedaron a la deriva. Un infierno.
Pero tuvieron suerte: tras una llamada vía satélite, un enorme petrolero ruso desvía su ruta y consigue rescatarlos. A los rusos no les hace mucha gracia, no les tratan demasiado bien. Están perdiendo tiempo y cada día le cuesta al armador 150.000 Euros. No les dan ni vodka. Y además, a la mañana siguiente los entregan a una patrullera marroquí. Todos de vuelta. Fin del viaje.
A Dominique no le fue mal. Ha vuelto sano y salvo con su exclusiva bajo el brazo. A los inmigrantes les ha ido fatal. Y les irá peor.
1 comentario:
Llegué a tu blog de manera parecida, navegando de post en post. Mi último puerto fue Abierto por vacaciones.
Una historia que hace que pensar y de algua manera vivir ese instante en el que el último motor deja de funcionar.
Un saludo
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