El periodista llegó cuando la policía y las ambulancias ya se habían ido. Estaba oscureciendo y una cinta indicaba que el lugar había sido precintado. Tiró el cigarrillo y entró en el bar. Dentro, un tipo escuálido vestido con una camiseta llena de lamparones y guantes metía un estropajo en el cubo y lo frotaba con parsimonia en las paredes. Le miró unos segundos y siguió a lo suyo. El periodista se acercó.
-Buen trabajo, dijo. ¿Estaba muy sucio?
-No vea usted. Esto es así. La sangre no se va con facilidad.
-¿Qué pasó aquí?
-A un tipo se le fue y la lió.
-Buen resumen. ¿No tiene algún detalle más?
-Amigo, eso es trabajo de la policía. El mío es limpiar lo que estos cabrones ensucian. Una vez atrapados, deberían traerlos aquí a limpiar la mierda que dejan por ahí. Pero no, los llevan a un juez después de trabajarlos en la comisaría. Es muy fácil cargarse a un tipo, no es tan fácil limpiar sus sesos.
Volvió a introducir el estropajo en el cubo.
-¿Quiere un cigarrillo?, ofreció el periodista.
-No viene mal.
Dejó el estropajo en el cubo, se quitó los guantes y se acercó a la barra.
-No está mal, hombre, que por una vez me toque un bar. ¿una cerveza?, dijo situándose detrás de la barra y acercándose a la nevera.
-Mejor un chupito de whisky. Ahí detrás, señaló el periodista.
El limpiador se sirvió y sirvió otro.
-A su salud.
-A su salud.
-A ver si ponemos esto en pie, hombre -dijo el periodista- ¿Cuántos cuerpos hay aquí?
En ese momento, entró un policía en el bar.
-Pero, esto ¿qué es? Me voy un par de minutos y estás aquí atracando el bar y poniéndote tibio. Y ¿usted quién es y qué hace aquí?
-Estaba tratando de poner en pie qué había pasado aquí.
NOTA: textos cocinados en un horno cercano.
1 comentario:
Fantástico
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